Agradecemos a los invitados que probaron el hambre la sed y el amor.
El comedor de a seis manos acogió gratamente a cerca de sesenta personas ofreciendo los servicios de seis pies que recorrieron pasajes y recetas de amor y de placer. Un experimento que deja un buen sabor, y lo más importantes ganas de repetir la receta…o buscar variaciones.
Los sentidos son las puertas de la vida… desde nuestra mortal carcasa este es el medio que nos permite percibir el entorno. Tristemente nuestra cultura nos lleva a perderlos paulatina, continua y certeramente. Necesitamos imágenes rápidas y contundentes que obnubilen nuestra capacidad de percibir para ser parte de un juego social con reglas absurdas y situaciones grotescas. El reconocimiento social está manejado por patrones de comportamiento que se instauran a través de hábitos y costumbres que reforzamos cada día. El hecho mismo de percibir un sabor es una sutileza que a la mayoría se nos escapa en la rutina cotidiana de comer rápidamente. Los sabores y las ideas hay que rumiarlas y digerirlas. La saturación de información dificulta la percepción; darle otro ritmo al tiempo permite buscar conexiones en el eje de la profundidad aquí y ahora. El mar de la variedad nos expande de manera horizontal, en un universo de conexiones posibles, extinguiendo las posibilidades de diferencia… por aferrarse una manera de pararse ante las cosas.
Con la mezcla de parlamentos, consejos, reflejos, esencias y pócimas elaboraremos un nuevo menú, para sacudir un poco el cuerpo, en torno a la fiesta de los muertos y la celebración de ese cambio de estado. En octubre nuevamente se pondrán en la mesa manjares de diferentes cortes… siempre con humor, con sabor, con textura y con color.
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